Viajes y Gastronomía
Puerto Almanza: De la mano de Dios
Por Carlos Manuel Couto
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Si existe la ruta del vino, el camino de la centolla tiene su propio destino. Lejos, a 75 kilómetros de la ciudad de Ushuaia, después de pasar turbales, bosques y castoreras, allí, como prendido de un fino hilo y sobre la costa del Canal de Beagle, se encuentra este pueblito de valientes pescadores, que apenas supera los cien habitantes, instalados allí desde 1991

En invierno el frío parece tener filo, en cambio, en verano, un bello paisaje patagónico abre la posibilidad de pasar un día inolvidable entre paisanos que le ofrecen al turista lo mejor de sí. El puerto es el corazón del pueblito de Almanza.


Sentado sobre un cajón repleto de centollas se queja el fueguino Delmo Navarro: “Vengo cada tanto a comprar pescado porque amo a este lugar argentino y a su gente. Son luchadores que no arrugan frente a nada. Ni ante el mar grueso ni tampoco ante las furiosas nevadas del invierno.”

Es cierto, mucha gente, turistas y vecinos de Ushuaia viajan por la ruta complementaria 30 (conocida como la Ruta de la Centolla) para llegar a este paraje perdido en el fin del mundo, con apenas unas treinta casas. Naturalmente, el mejor momento para conocerlo es en temporada de verano porque Puerto Almanza es digno de ser visitado para disfrutar de su paisaje, para charlar con sus pobladores y pegarse un atracón con los manjares del mar que sirven en sus típicos restaurantes. Para quienes no quieren hacer el viaje solos, desde la capital de Tierra del Fuego parten en temporada estival, excursiones que duran todo un día, así como barcos de pesca y naves de turismo.


Almanza es el asentamiento urbano más austral de nuestro país, ubicado en la zona aledaña a la desembocadura del río homónimo en la Bahía Almirante Brown; en días diáfanos se puede ver desde aquí, del otro lado del Canal de Beagle, la localidad de Puerto Williams en la isla chilena de Navarino. Más allá de Puerto Almanza, lo único que se puede encontrar es más frío, más soledad, más rocas y el mundo de la Antártida. Las casas particulares del poblado, poseen chacras con animales, huertas y algún criadero de salmones para consumo local. La pesca es el tesoro más preciado, porque es una riquísima fuente de centollas, mejillones, cholgas y otros moluscos.

El reino del fin del mundo

Esta región patagónica es una maravilla: comparte su paisaje con otros hitos, como el Faro del Fin del Mundo (antes de su reconstrucción se llamó Faro San Juan de Salvamento), la famosa Estancia Harberton -fundada por una misión anglicana en 1870- y la diversidad de islas que existen en el Canal de Beagle; entre ellas la Isla de los Estados. El paseo a Puerto Almanza abre también otras posibilidades, como por ejemplo, conocer el criadero de truchas Australmar, la Chacra Ruca Kellen o la Cascada del Duende en La Providencia.


De acuerdo a lo que explican los pobladores, la presencia del sol en invierno provoca un fenómeno singular. Durante dos meses, indefectiblemente, el sol se oculta detrás de las montañas y no entibia la nieve acumulada que bloquea los caminos. Sin embargo cada seis de agosto, aparece entre dos quebradas y por espacio de quince minutos, vuelve a asomarse.

El puertito con sus pesqueros color amarillo puede ser la postal fotográfica de Almanza, que solo tiene un almacén de ramos generales para suministro de los pobladores, a menos que se lleguen a comprar provisiones en Ushuaia. Las empanadas de centolla o los buñuelos de algas, acompañados con una buena cerveza, forman parte del tentempié del villorrio. ¿Qué hay más allá de Puerto Almanza? Es una pregunta frecuente entre los que solo han oído hablar del lugar. En realidad, no hay nada: solo frío, nieve, viento y enormes formaciones rocosas. Hay que ser un titán para sobrevivir a la soledad y a estas aguas heladas; pero al menos se cuenta con una despensa submarina para envidiar.

El tema de la salud, no es un tema menor para los habitantes de Puerto Almanza, ya que no hay ni siquiera una sala sanitaria. Cada quince días viene un médico que visita una por una las casas para ver sus necesidades médicas. Tampoco lo es la educación. Por el momento hay solo una escuela primaria para dar clases a lo chicos, pero no se sabe como seguirá este tema en el futuro, cuando estos niños sean adolescentes.


Cuando llega el verano

La vida en invierno es muy dura en Puerto Almanza y el verano es esperado como el Maná del cielo. La convivencia de los pobladores con el mar los obliga casi a verlo como un hermano inseparable. Y el mar es leal. Anuncia la aparición del verano porque aparecen las orcas, los lobos marinos, las sardinas, las merluzas, y las ballenas franca austral.

Todos a la mesa

La pesca de la centolla se hace con trampas que se revisan un par de veces en la semana. Una centolla adulta puede pesar hasta tres kilos y sólo se le comen las patas hervidas en agua de mar. Para saborear las mejores exquisiteces de la cocina almanzera se puede comer en La Mesita de Puerto Almanza; en La Sirena y el Capitán o en Puerto Pirata.

Publicado 12/09/2023
Por Carlos Manuel Couto
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