Desde sus humildes comienzos en México, pasando por su explosión y declive en los '90, hasta su resurgimiento actual como un fenómeno masivo. El pádel está más fuerte que nunca, en Argentina y en el mundo, y tiene mucho para no volver a ser tan solo una moda pasajera.

Argentina es potencia mundial en el pádel. En 2024 se consagró Campeón del Mundo por segunda vez.
Ah, qué recuerdos aquellos, cuando a fines de la década de los 80 y principios de los 90 todo el país estaba inundado de rectángulos verdes de cemento. Así hicieran 30 grados o un sol abrasador, todas las canchas de pádel se abarrotaban con entusiastas deportistas, resultando imposible conseguir un turno. Fue tan fuerte el boom que al día de hoy se recuerda y se cita como ejemplo icónico de una moda pasajera. Pero las cosas cambiaron. El pádel ha resurgido con una fuerza inusitada en Argentina y en otras partes del mundo, reconquistando a miles de personas de todas las edades y niveles y captando nuevos adeptos.
¿Pero cómo nació este deporte? Se cuenta que en un comienzo Enrique Corcuera, un empresario mexicano, no tenía espacio suficiente en el jardín de su casa en Acapulco para construir una cancha de tenis, su deporte predilecto. Entonces, decidió armar una pista más pequeña, de 20 metros de largo por 10 de ancho, y con muros a su alrededor para que la pelota no se cayera constantemente. El primer reglamento de pádel fue redactado por la mujer de Enrique, Viviana, ex Miss Argentina, que se lo regaló a su marido como regalo de cumpleaños. Sin saberlo, estaban creando un nuevo deporte que décadas más tarde se haría conocido en buena parte del mundo.
Rápidamente, comenzó la expansión, con España como primer destino y varios países de Sudamérica en segunda instancia. En un viaje por las tierras de Marbella, un grupo de argentinos entró en contacto por primera vez con este nuevo deporte y así el pádel del cemento y las paletas de madera llegó a Argentina a fines de los 70 y fue aquí donde encontró su lugar en el mundo. De hecho, en 1988 se fundó la Asociación Argentina de Pádel, la primera asociación nacional del planeta.
A la par de lo competitivo, rápidamente el pádel se convirtió en un boom social, atrayendo a jugadores de todos los niveles y edades, y sacándole una buena porción al tenis, siempre popular en nuestro país desde la irrupción de Guillermo Vilas. Durante los 90, el país se llenó de canchas, con torneos y eventos que atraían a multitudes y los jugadores argentinos posicionándose como los mejores del mundo. Inesperadamente -o no-, a finales de la década, el interés decayó abruptamente y el pádel practicamente murió. La mayoría de las canchas desaparecieron o fueron transformadas en estacionamientos, dejando atrás un recuerdo nostálgico.
Parecía que la debacle era definitiva y que el pádel había desaparecido para siempre. Sin embargo, cual Ave Fénix, esta actividad ha experimentado un renacimiento espectacular en los últimos años, impulsado por una combinación de factores que lo hacen nuevamente atractivo para el público.
El renacer
En los últimos años, el pádel ha experimentado un resurgimiento que nadie previó y son varias las razones que explican este fenómeno. En primer lugar, su accesibilidad: el pádel es un deporte sencillo de aprender, en el que el nivel de los jugadores se empareja fácilmente. A diferencia de otros deportes, como el tenis o el golf, no se necesita una técnica depurada ni un equipamiento costoso para empezar a jugar. Además, se puede realizar en canchas al aire libre o descubiertas, al resguardo del frío y la lluvia, o en climas extremos, desde la mañana a la noche.
En segundo lugar -y muy importante-, su carácter social: el pádel se juega en parejas, lo que fomenta la interacción y el compañerismo. Es una excelente excusa para reunirse con amigos, hacer ejercicio y pasar un buen rato. Luego, como todo deporte, los beneficios para la salud. Si bien en sus comienzos el pádel fue marcado un deporte destructor de articulaciones, los cambios en las canchas actuales, con piso de pasto sintético y paredes de acrílico, lo hacen mucho más amigable para todas las edades. Además, es un deporte que mejora la coordinación, la resistencia cardiovascular y la fuerza muscular, lo que también ayuda a reducir el estrés y a mejorar el estado de ánimo.
Según datos de la APA (Asociación Argentina de Pádel) existen alrededor de 2 millones de personas que juegan en Argentina, distribuidos en 2.600 clubes que suman cerca de 5000 canchas.
La gran duda o temor es que la historia se repita y el pádel esté viviendo sus segundos quince minutos de fama, que anteceden una nueva caída; pero esta vez pareciera ser diferente. Con un crecimiento sostenido y una comunidad cada vez más grande, el futuro del pádel en Argentina se presenta prometedor y, para muchos, asegurado. Todo indica que el público actual se mantendrá estable y que nuevos jugadores llegarán, lo que supone más canchas, más infraestructura y más inversión. Y no solo en Argentina. En muchos países de Europa, en Estados Unidos y Centroamérica los complejos de canchas de pádel no dejan de crecer, con figuras reconocidas como imagen (atletas de otras disciplinas o del mundo del espectáculo), poniéndolo permanentemente en el mapa como una opción cada vez más tentadora para la familia deportista.
Pero este crecimiento no solo se limita al ámbito recreativo, sino que también se extiende al circuito profesional. El resurgimiento del pádel ha impulsado la aparición de nuevos talentos y la profesionalización del deporte, con jugadores argentinos -y muchos españoles- destacándose en los torneos internacionales más importantes.

Fernando Belasteguín, número uno del mundo durante 16 temporadas, reconocido como el mejor jugador de la historia. Leyenda.
Son muchos los referentes de nuestro país los que sobresalen en este plano. Fernando Belasteguín, considerado por muchos como el mejor jugador de la historia, es quizás el más conocido de ellos, aunque hace un par de años se retiró de la actividad. Pero muchos otros se destacan en el World Padel Tour, el circuito de mayor nivel en el mundo. Agustín Tapia es el actual número uno del ranking, Federico Chingotto es el tres, Franco Stupaczuk el cinco, Martín Di Nenno el nueve. Carlos Sanyo Gutiérrez, Leandro Augsburger, Juan Tello y Alex Chozas son tan solo algunos más de los muchos argentinos que animan el circuito.

Agustín Tapia, el actual número uno del mundo.
Argentina cuenta con varios de los jugadores más destacados del World Padel Tour, el de mayor nivel en el mundo. Agustín Tapia es el actual número uno del ranking, Federico Chingotto es el tres, Franco Stupaczuk el cinco, Martín Di Nenno el nueve. Leandro Augsburger, Juan Tello y Alex Chozas son tan solo algunos más de los muchos argentinos que animan el circuito.
Así que ya sabés: si estás buscando un deporte divertido, social, beneficioso para la salud y apto para todas las edades, el pádel es una gran opción. No importa si se es principiante o un jugador experimentado, dominar este deporte es un desafío constante, que da la oportunidad de divertirse, competir y superarse a uno mismo. Y si no es ahora, no te preocupes, el pádel te espera. Porque esta vez llegó para quedarse.