La ruta más emblemática de nuestro país es una de las llaves para conocer las maravillas de esta provincia mágica. Paisajes únicos, pueblos cargados de historia y pintorescas bodegas conforman un viaje imperdible e impostergable.
La ruta 40 de los Valles Calchaquíes nos muestra caminos polvorientos, de tierra sedienta que espera la lluvia. Flanqueados por cerros y con un sol abrazador, desembocamos en Tolombón, un pequeño pueblo con gran historia, que fue ciudad prehispánica de los diaguitas y centro de la resistencia calchaquí durante el siglo XVI.
Lentamente aparecen viñedos y bodegas que nos anuncian nuestro próximo destino: Cafayate, tierra de vinos, tradición, paisajes y poetas. Si hay algo que destacar es que los salteños tienen un especial sentido del relato. No en vano Salta ha sido cuna de poetas.

Museo en Cachi
Vinos con altura
El Valle Calchaquí fue la puerta de entrada de los conquistadores españoles que venían del Alto Perú. Con ellos llegaron los sacerdotes que conocían bien el oficio de producir vino para la misa; y así fue como se comenzaron a plantar las primeras vides.
En este valle corren los ríos Calchaquí y Santa María. Ambos confluyen cerca de Cafayate, para desde allí seguir su recorrido como río de la Conchas, más adelante llamado Guachipas, luego Juramento, Pasaje y Salado, hasta desembocar finalmente en el Paraná. De esta manera el Calchaquí se convierte en el río más largo de Argentina.
El valle Calchaquí está encajonado entre las altas cumbres, y los afluentes del río descienden transversalmente desde los relieves laterales, cavando valles menores que dejan niveles de terrazas. Es en esos ambientes planos donde se desarrollan los viñedos.
Sus suelos arenosos y potásicos, que provienen de la destrucción de rocas graníticas, junto con los 350 días de sol y la amplitud térmica característica de la región, dan origen a este terroir de propiedades únicas. Este valle, emplazado en una zona subtropical, posee los viñedos más altos del mundo, con una altura de entre los 1.700 y 3.000 metros sobre el nivel del mar.

Bodega Yacochuya
Una de las bodegas más destacadas de la zona por la calidad y elegancia de sus vinos es San Pedro de Yacochuya, ubicada a 2.035 msnm. Mónica Rojas, cálida y sabedora de la historia de la familia fundadora y los procesos de la finca, cuenta como la familia Etchart fue la que inició el negocio del vino en el año 1850. En 1988, de la mano del reconocido enólogo francés Michel Rolland comienzan a desarrollarse los vinos tintos de esta bodega. En 1996 se vende al grupo Pernod Ricard, y en 2001 inicia la exportación de su primer vino Premium: el Yacochuya M. Rolland cosecha 1999.
En la bodega Domingo Molina, Ramírez nos guía, y nos relata acerca de la trazabilidad de los procesos que llevan adelante en esta finca ubicada en las Serranías de Yacochuya. Los hermanos Osvaldo, Gabriel y Rafael Domingo están al frente de este emprendimiento. Ellos combinan su gran experiencia, con instalaciones y tecnología de última generación. Los viñedos se ubican en tres zonas; Valle de Cafayate (1.700 msnm), Valle Rupestre (2.300 msnm) y Valle de Yacochuya ( 2.000 msnm). Un seductor torrontés, impetuosos tintos malbec, tannat, cabernet sauvignon, merlot y petit verdot integran la línea de esta bodega.

Bodega Domingo Molina
A pocos kilómetros de Cafayate, por el camino Hualinchay, se encuentra la bodega Estancia Los Cardones. Allí conocemos a Raquel, que nos cuenta que la piedra que sostiene está bodega ha sido extraída en su totalidad del mismo suelo que ocupa, dándole características especiales y únicas al terroir. La familia Saavedra Azcona en sociedad con el ingeniero y enólogo Alejandro Sejanovich son los fundadores de este proyecto. Esta es una bodega joven: sus primeras plantaciones datan del año 2009. La cepa mayormente plantada es el malbec, junto a otras variedades cómo petit verdot, garnacha, cabernet y marsanne.
Camino a Cachi
Dejando Cafayate y después de recorrer 24 kms. por la ruta 40 llegamos a San Carlos, una de las más antiguas poblaciones de Salta, que atesora un valioso patrimonio histórico, cultural y arquitectónico que data de casi 400 años. Es conocida como la villa de los cinco nombres porque tuvo cinco fundaciones: Barco II (1551); Córdoba del Calchaquí (1559); San Clemente de la Nueva Sevilla (1577) y Nuestra Señora de Guadalupe (1631), hasta que en 1641 toma su nombre definitivo: San Carlos Borromeo. En esta ciudad se encuentra una de las iglesias más lindas de Salta.
Dejando San Carlos y rumbo a Cachi pudimos observar perdidas construcciones que mantienen su arquitectura colonial que nos transportan a otra época. El pasado de la conquista española con la impronta indígena que le otorgan sus paredes de adobe se mimetizan con el paisaje y el color de la Pachamama. Tres horas después arribamos a Cachi y allí nos encontramos con un pueblo detenido en el tiempo. Al llegar a la plaza, la Iglesia de Cachi, uno de los edificios más emblemáticos del lugar, nos remonta al siglo XVIII. Continuamos camino y después de recorrer más de 42 kms. por la ruta 33, nos encontramos con la aridez del desierto, y es cuando se hace presente la Recta del Tin Tin, a 3.000 msnm. Originalmente construida por los Incas, hoy está asfaltada en impecable estado. Este punto de fuga interminable es acompañado por cardones que multiplicados hasta el infinito custodian como centinelas las 64.000 hectáreas de el Parque Nacional Los Cardones. A medida que avanzamos, vamos subiendo los cerros y nos abraza la sensación de paz y tranquilidad que provoca viajar literalmente entre nubes.

Salta regala paisajes únicos
Más cerca del cielo
Llegamos al punto más alto, Piedra del Molino, a 3457 msnm; allí donde se recorta el cielo y las nubes. Una pequeña capilla de piedra se devela mágicamente; al ascender y detenernos para apreciar el paisaje, nos invade la magnitud del silencio, la brisa nos susurra y es en ese momento cuando logramos entender por qué la espiritualidad de los habitantes de esta zona es tan fuerte. Justamente allí nos encontramos con un grupo de peregrinos. Uno de ellos transportaba el altar de la Virgen del Milagro, y se dispone a contarnos con tono sereno y calmo, que comenzaron su peregrinación hace más de cinco días, desde pueblos remotos, con el objetivo de llegar a la Catedral de Salta el 15 de septiembre. Allí compartirán con más de 870.000 fieles la renovación del pacto de fidelidad que tienen los pobladores del norte argentino con la Virgen y Señor del Milagro.