
Un lingote de oro puro. Una exquisita obra de arte. Una auténtica belleza. No alcanzan las comparaciones ni los mejores adjetivos para describir un pez que, se lo mire por donde se lo mire, es excelso. Y si dejamos la faz estética y evaluamos sus dotes deportivas, su fiereza a la hora de atacar un cebo natural, un señuelo artificial o una mosca y su férrea voluntad para oponerse a ser reducido, con embestidas, cabezazos, cambios de dirección y acrobáticos e incansables saltos fuera del agua, podemos concluir que se trata de un pez perfecto.
El prestigioso y singular Pirayú, como lo llamaron los pretéritos dueños de la tierra, los cielos y los ríos, el insigne y noble Salminus maxillosus para los tratados científicos y las enciclopedias, y para nosotros, los mortales de a pie, ni más ni menos que: el dorado. Un pez cazador que de adulto no tiene predadores naturales bajo el agua, ya que está al tope de la cadena trófica de toda la cuenca parano-platense. El hombre, cuando es desaprensivo, parece ser su único enemigo.

Desde el Río de la Plata, en Buenos Aires, hacia al Norte se van encadenando pesqueros de dorados tanto por el río Uruguay como por el Paraná, abarcando las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes y hasta la lejana Misiones. También hay dorados en Santiago del Estero, Formosa y Salta entre otras, aunque su pesca está más acotada a ambientes puntuales y es estacional, dependiendo a veces del estado de los ríos.

Tal vez sea Corrientes la provincia argentina pionera y de mayor prosapia en la pesca deportiva del dorado, con sus dilatados humedales centrales, el corazón del territorio provincial, que conforman los bellísimos Esteros del Iberá, refugio y santuario de flora y fauna, con una impresionante variedad de aves, animales anfibios, ciervos, zorros y hasta hábitat del roedor más grande del mundo, el carpincho o capibara, y bajo la superficie nutridos cardúmenes de dorados patrullando un agua clara y transparente, digna de un acuario a cielo abierto. Un paraíso para los más exquisitos amantes de la naturaleza en estado puro en general y para los cultores de la pesca deportiva en particular.

Entre los cultores del llamado deporte del silencio, son muchos los partidarios de la soledad, de pescar en momentos y lugares donde el canto de los pájaros, el discurrir del agua, el golpeteo de las olitas en el casco de la lancha y el soplo de la brisa en la vegetación ribereña sean el sonido predominante, y que la única música fuerte y estridente que se escuche en ese universo de infinita paz, sea el de la chicharra del reel con un dorado arremetiendo en la otra punta del sedal. A esos podemos decirles que la mayoría de los buenos lugares de pesca de dorados tienen esa exquisita particularidad.

El spinning y bait cast (lanzar y recoger un señuelo accionando la manivela del reel) son estilos que le cuadran muy bien al dorado y a los miles de fanáticos de esta pesca que ya requiere algo más de práctica y destreza, y por último el fly cast, o pesca con mosca, que es la modalidad en la que el pescador que clave un dorado correrá el riesgo no de atrapar un pez, sino de quedar atrapado de por vida y en forma irremediable por los dorados.
Hay quienes sostienen que solo porque es originario de ríos del confín del mundo, del sur de América del Sur, no tiene un rol más protagónico en el universo de la pesca deportiva. Es sudamericano, que si hubiera sido oriundo de otras latitudes (América del Norte o Europa) hoy sería, sin duda, el pez deportivo por excelencia del planeta. Su imagen estaría en escudos de infinidad de clubes e instituciones, en logos de prestigiosas marcas y en cuanto catálogo de pesca en diferentes idiomas anduviera dando vueltas por ahí. Habría cantidad de documentales, escritos, libros, tratados, ensayos y estudios sobre todas sus facetas y ríos de tinta se hubieran derramado describiéndolo, analizando su reproducción, su ciclo, sus migraciones, sus costumbres y su fantástica pesca. Pero es nuestro, autóctono, está en nuestros ríos y seguirá estando, dando batalla, fiel a su estirpe, para perdurar, para ser respetado, reconocido y anhelado por pescadores de aquí de allá y de todo el mundo. Un tesoro por ser descubierto aún, un diamante todavía en bruto, una pepita de oro pendiente de un mayor y mejor pulido.

Por fortuna, la pesca deportiva a nivel global y regional ha torcido el brazo de la extracción desmedida y sin sentido, y actualmente se está dado un vuelco hacia la preservación, el respeto por las especies silvestres, la conservación y el “catch and release”. Manteniendo por mucho tiempo –más allá de nosotros– la posibilidad de vivir uno de los momentos más bellos y sublimes de la pesca de un dorado: su salto cimbreante por los aires cortando el horizonte de un encarnado atardecer litoraleño, imágenes y sensaciones solo superadas por su devolución, su silueta volviendo al agua, perdiéndose en las entrañas de su río, con la soberbia y la gallardía de un inmemorial y noble guerrero.
Corrientes
Web: www.donvidal.com
IG: @cabanadonjulian
Santa Fe
Entre Ríos
Salta
IG: @juramentoff

