“Juntan para esto dos cuadrillas de hombres de a caballo y señalan dos sitios apartados como de una legua (cinco kilómetros aprox.), luego cosen un cuero en el que se ha introducido un pato que deja la cabeza afuera, teniendo el referido cuero dos o más manijas o asas, de las que se toman los dos más fuertes de cada cuadrilla en la mitad de la distancia de los puntos asignados y metiendo espuelas tiran fuertemente hasta que el más poderoso se lleva EL PATO, cayendo su rival al suelo si no lo abandona; el vencedor echa a correr y los del bando contrario lo siguen y lo rodean hasta tomarlo de alguna de las manijas, tiran del mismo modo, quedando al fin vencedora la cuadrilla que llegó con EL PATO al punto señalado”.
Esta crónica lleva la firma de Félix Del Azar y relata una “corrida” realizada en Bs. As. en 1610, con motivos de las fiestas de beatificación de San Ignacio de Loyola. Lo cierto es que este deporte nació de la práctica de los gauchos que poblaban el amplio territorio de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Salta, Santiago del Estero, Corrientes y Entre Ríos.
Hay distintos escritos del siglo XVIII que también hacen referencia a estas corridas, que por su peligrosidad y trágicos sucesos dieron lugar a que tanto autoridades civiles como religiosas trataran de ponerle fin en 1796. Sin ir más lejos, un auto eclesiástico de la época sostenía que “se excomulgará y excluirá del templo como miembros corrompidos a quienes participen en corridas de pato y se negará sepultura eclesiástica a aquellos que mueran en el tan bárbaro juego”.
Los intentos de prohibición continuaron con Bernandino Rivadavia, en 1822, y con Juan Manuel de Rosas -quien finalmente logra suprimirlo-, pero en 1852 se vuelve a tener conocimiento de que el juego continúa a través de una descripción hecha por el General José Ignacio Garmendia, en su libro “Cartera de un soldado”.
Fue en 1937 que Alberto de Castillo Posse transformó el antiguo juego con la redacción del primer reglamento: creó la silla, ideó la pelota de cuatro asas y luego la de seis -que se usa en la actualidad-, dando lugar a que -un año más tarde- el gobernador de Buenos Aires, Manuel A. Fresco, derogue la prohibición comenzando una nueva etapa.
Ya en 1941 tuvo lugar la primera muestra del deporte bajo la denominación de Torneo Abierto Argentino de Pato y se fundó la Federación Argentina de Pato, con el objetivo de fomentar, dirigir, y difundir el juego, organizar los torneos y velar por la aplicación de los reglamentos, además de orientar y promover la crianza del tipo de caballo más apto para este propósito.
Por su arraigo y tradición, el 16 de septiembre de 1953 Juan Domingo Perón declaró el pato como deporte nacional argentino, reglamentado en 2017 por la Ley 27.368.
Si bien en sus comienzos se mataba un ave doméstica, por lo general un pato -de allí su nombre-, y se la colocaba dentro de un trozo de cuero, con los años el ave fue sustituida por una pelota también de cuero -preferentemente blanca- con cámara neumática y seis asas: actualmente su diámetro es de 40 cm. de extremo a extremo y su peso puede variar entre 1.050 y 1.250 gramos.
La dinámica del juego enfrenta a dos equipos conformados por cuatro integrantes cada uno -numerados del 1 al 4-, que buscan apoderarse del pato mediante pases y combinaciones, eludiendo a sus adversarios y encestándolo en un aro de un metro de diámetro.
Los jugadores pueden recoger el pato cuando se encuentra en el suelo: quien lo obtenga lo puede pasar a algún compañero, pero también tiene la obligación de extender su brazo dándole al contrincante la posibilidad de que se lo quite. Se puede jugar con caballos de cualquier alzada aunque la mínima permitida es de 1,50 metros: no se admiten animales indóciles que pongan en peligro la integridad de los deportistas.
“¿Te gustan los caballos y la adrenalina? Vení a disfrutar de nuestro deporte nacional”, invitan desde la Escuelita de Pato, en el Campo Argentino, con propuestas para principiantes durante la semana y también el fin de semana.
Una vez con experiencia, está la posibilidad de disputar distintas copas -inclusive una liga femenina-, entre las que se destacan el Torneo Nacional de Novicios, el Torneo Nacional de Estimulo, el Torneo Nacional de Remonta y Veterinaria, el Campeonato de Baja Ventaja, el Campeonato de Alta ventaja, la Copa El Recuerdo y el Abierto Argentino.