La historia de Gato y Mancha narra la increíble hazaña de dos caballos criollos y su jinete, el suizo Aimé Félix Tschiffely. Fascinado por el país, Tschiffely empezó a soñar con una travesía audaz: recorrer a caballo el vasto trayecto que uniría Buenos Aires con Nueva York

El 6 de mayo de 1925, la Sociedad Rural de Rosario, en Santa Fe, recibió la llegada de Tschiffely acompañado por sus dos caballos criollos. Según las anotaciones de Emilio Solanet, en aquel día se registró un “tiempo pesado y calor opresivo”.
Nacido en Zofingen, Suiza, el 7 de mayo de 1895, Aimé Félix Tschiffely se formó como profesor, profesión que ejerció inicialmente en el Reino Unido. En 1917, con solo 22 años, Tschiffely recibió una invitación para enseñar en St. George's College, un prestigioso colegio en Quilmes, Argentina. Fascinado por los paisajes y la cultura del país, rápidamente se conectó con su geografía y, tras varios viajes a caballo por el interior, comenzó a gestar una idea que parecía imposible: unir Buenos Aires con Nueva York a caballo.
Los protagonistas de esta increíble aventura fueron Gato y Mancha, dos caballos criollos nacidos en la Patagonia y adquiridos por Emilio Solanet, veterinario y uno de los fundadores de la Asociación Criadores de Caballos Criollos. Solanet, quien era propietario de la estancia “El Cardal” en Ayacucho, provincia de Buenos Aires, compró los caballos al cacique tehuelche Liempichún. La génesis de esta hazaña comenzó cuando Solanet recibió una carta de Aimé Félix Tschiffely. En dicha misiva, Tschiffely le presentó su ambicioso proyecto de realizar un viaje a caballo desde Buenos Aires hasta Nueva York. Para llevar a cabo esta travesía, Tschiffely necesitaba adquirir un par de caballos criollos con el fin de demostrar la nobleza y superioridad de esta raza frente a otras.

Esta imagen fue tomada del artículo publicado en el National Geographic “Buenos Aires to Washington by horse”, cerca del río Apurímac, que se origina en la cordillera de los Andes, entre Cuzco y Arequipa. En ese momento, Tschiffely, junto con Gato y Mancha, se encontraban a 4000 metros de altitud.
Al principio, Solanet rechazó la venta de los caballos, pues consideraba el viaje una locura y dudaba que un profesor suizo pudiera siquiera llegar “a Rosario” con ellos. Sin embargo, Aimé Félix Tschiffely había encontrado al hombre adecuado para su objetivo. Tras conocerlo mejor y comprender su determinación, Solanet, cambió de parecer y decidió regalarle dos ejemplares.
Tschiffely se encontró con dos caballos de personalidades complementarias: Mancha, de 16 años, protector y desconfiado, y Gato, de 15 años, más dócil y sumiso. Juntos, emprendieron un épico raid por América, demostrando la valentía y resistencia de la raza criolla a lo largo de su travesía.
Aventura y desafío desde el primer paso
El raid comenzó el 20 de abril de 1925, cuando Aimé Félix Tschiffely partió desde la Sociedad Rural de Palermo, en Buenos Aires. El viaje por la Argentina se extendió hasta agosto de ese mismo año. A partir de allí, cruzaron Bolivia entre agosto y octubre, y luego, de octubre de 1925 a mayo de 1926, atravesaron el Perú. La ruta continuó hacia Ecuador y Colombia, desde mayo hasta diciembre de 1926, para luego llegar a Panamá, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, entre diciembre de 1926 y julio de 1927. La permanencia en México se prolongó desde julio de 1927 hasta febrero de 1928.
Tschiffely y sus caballos criollos recorrieron 21.500 kilómetros, divididos en 504 etapas. A lo largo del viaje, cruzaron varios países y enfrentaron desafíos monumentales, como atravesar la Cordillera de los Andes en múltiples ocasiones. Uno de los logros más destacados fue el récord mundial de altura para la raza criolla, al superar el paso El Cóndor, entre Potosí y Challapata, a unos 5900 metros sobre el nivel del mar.
Las condiciones extremas fueron una constante en la travesía: en El Cóndor, enfrentaron temperaturas de hasta -18°C, mientras que en el tramo entre Huarmey y Casma, en Perú, soportaron un calor abrasante de hasta 52°C a la sombra. Sin agua ni forraje, los caballos tuvieron que atravesar vastas extensiones de arena, cuyos cascos se hundían hasta 15 pulgadas en la arena caliente. La resistencia de Tschiffely y sus caballos ante tales adversidades, y su inquebrantable determinación, hicieron de esta hazaña una de las más extraordinarias de la historia de la exploración a caballo.
Gato, Mancha y Tschiffely avanzaron a buen ritmo, atravesando Texas, Oklahoma y los montes Ozarks hasta llegar a St. Louis. Allí, Aimé tomó una difícil decisión: dejar a Gato al cuidado de un hombre apasionado por los caballos. Viajar con dos animales por caminos cada vez más transitados se había vuelto imposible. Tras cruzar el río Mississippi, continuaron su travesía pasando por Indianápolis y Columbia. Luego, recorrieron las majestuosas montañas Blue Ridge y las vastas llanuras de Cumberland. Finalmente, tras días de viaje, apareció en el horizonte la imponente cúpula del Capitolio de Washington, anunciando el final de su extraordinaria travesía.
Finalmente, después de 3 años y 243 días de esfuerzo, Tschiffely y Mancha llegaron a Nueva York el 21 de septiembre de 1928, donde fueron recibidos por el alcalde James John Walker en una ceremonia en las puertas del City Hall. La noticia de su épica travesía ya había llegado a la ciudad, y su arribo fue celebrado con grandes honores. Esta travesía es un testimonio de la determinación, el coraje y la conexión profunda entre Tschiffely y sus caballos, Gato y Mancha.

El 21 de septiembre de 1928, Aimé Félix Tschiffely (izq.), culminó su épica travesía. Aquí se lo puede ver junto Mancha, siendo recibidos por el alcalde de Nueva York, James J. Walker. Este encuentro simboliza el reconocimiento a una hazaña sin precedentes en la historia de la equitación y la exploración.
Regreso a casa
El 1 de diciembre de 1928, Gato y Mancha ya estaban cómodamente instalados en la cubierta inferior del buque Pan América de la línea Munson, listos para el viaje de regreso. Aunque los reglamentos no permitían el transporte de caballos en barcos de pasajeros, los norteamericanos, una vez más, mostraron su amistad y aprecio, permitiendo que los caballos viajaran como huéspedes del director de la compañía, Mr. Munson.
Durante el trayecto, los caballos disfrutaban de sus raciones de heno y de la fresca brisa marina, mientras el barco hacía escalas en Río de Janeiro, Santos y Montevideo. Después de varios días en alta mar, finalmente apareció en el horizonte la silueta de Buenos Aires. El 19 de diciembre de 1928, Tschiffely y sus fieles compañeros arribaron a la Dársena Norte, culminando una de las travesías más extraordinarias de la historia ecuestre.
Una multitud aguardaba para darles una cálida bienvenida. Los caballos fueron desembarcados y posteriormente escoltados hasta las caballerizas de la Sociedad Rural de Palermo, el mismo lugar desde donde habían partido años antes.
Días después de las recepciones de honor, Emilio Solanet llevó a Gato y Mancha a la estancia “El Cardal”, donde pudieron disfrutar de la libertad y la vida en la verde llanura de Ayacucho.
El 17 de febrero de 1944, Aimé Tschiffely recibió un telegrama informándole de la muerte de Gato, quien tenía 35 años. En una misiva, Solanet expresó su preocupación por Mancha, quien no quería acercarse a ningún otro caballo. “Siento pena por Mancha”, escribió, “está triste y solo, ya que sabe que Gato nunca regresará”.
El 24 de diciembre de 1947, Tschiffely recibió la noticia de la muerte de Mancha, a los 37 años, a través de su amigo Ralph Deakin, antes de que fuera publicada en The Times.

El Cardal, 1944. Los cuatro amigos. Gato, Emilio Solanet, Aimé Félix Tschiffely y Mancha.
En la estancia “El Cardal”, un monumento de piedra honra a Gato y Mancha, los inseparables compañeros de Aimé Félix Tschiffely. Sus restos descansan juntos bajo la sombra de los cipreses, en un lugar especial en el corazón de Tschiffely, quien despidió a sus caballos con las palabras: “¡Adiós, viejos amigos fieles y valientes!”.
Aimé Félix Tschiffely, falleció en Londres el 5 de enero de 1954 a los 58 años. El 13 de noviembre de ese mismo año, sus restos fueron trasladados a la Argentina, donde fueron inhumados en el cementerio de la Recoleta. Años después, Oscar Emilio Solanet, hijo del doctor Emilio Solanet, logró que los restos de Tschiffely fueran trasladados a “El Cardal”, donde, desde el 21 de febrero de 1998, descansan junto a Gato y Mancha bajo el sol y la paz que reina en el lugar. ●
Un viaje increíble
La travesía comenzó el 20 de abril de 1925 en el predio ferial de Palermo. El recorrido por la Argentina se extendió hasta agosto del mismo año, antes de emprender el camino hacia el norte. Los viajeros atravesaron 11 países incluida la Argentina. Entre agosto y octubre de 1925, Gato y Mancha recorrieron Bolivia, mientras que el tramo por Perú se desarrolló entre octubre de 1925 y mayo de 1926.
El itinerario continuó por Ecuador y Colombia entre mayo y diciembre de 1926. Luego, el trayecto por Panamá, Costa Rica, El Salvador y Guatemala se llevó a cabo entre diciembre de 1926 y julio de 1927. La siguiente etapa, en México, se extendió desde julio de 1927 hasta febrero de 1928.
El último tramo, de febrero a septiembre de 1928, culminó con la llegada triunfal a Nueva York, Estados Unidos, el 21 de septiembre. Allí, el alcalde James John Walker recibió a Mancha y a Aimé Félix Tschiffely en las puertas del City Hall.
Llegaron a Buenos Aires el miércoles 19 de diciembre de 1928.
Por Juan Carlos Grassi Cetran - Director de Ferias & Congresos